El 7 de julio de 1904 se clausuran 801 escuelas lasallistas en Francia, por la Ley Combes (Ley sobre la Supresión de la Enseñanza Congregacional) que abolía la enseñanza religiosa y las escuelas privadas.
Fruto de ello llegaron los primeros hermanos lasallistas a Cuba y a México en 1905. Desde la fe, los superiores de aquella época afirmaron:
“No éramos suficientemente misioneros”.
Esta persecución religiosa en Francia los envió al mundo entero. Este fue el comienzo…
Los primeros cinco años
Cuatro Hermanos provenientes de Francia zarpan en el barco Savoia rumbo a América siendo su objetivo México, hacen una escala en Cuba y después emprenden su viaje a tierra azteca.
El 26 de noviembre de 1905 llega a México desde Colombia el Hermano Pedro Celestino Schneider para definir la formación de un Distrito.
Los Hermanos franceses fundadores del Distrito México: Gibert, Ameride François, Adrian Marie, Antoine Claude, desembarcan el 1º. de diciembre en el puerto de Veracruz; el 2 de diciembre llegan a la ciudad capital, al día siguiente, 3 de diciembre, visitan la Basílica de Guadalupe para consagrar sus personas y la formación del nuevo Distrito.
Se trasladan a la ciudad de Puebla el 4 de diciembre donde, a petición del señor arzobispo Ramón Ibarra y González, se encargan de la dirección de dos obras: La Concordia, escuela anexa al templo del mismo nombre que abre el 12 de enero de 1906, siendo así la primera escuela lasallista en México, su director el Hermano Vertier y para el 15 de enero de 1906 se funda la segunda Escuela, San Pedro y San Pablo frente a la Catedral Poblana.
A cincuenta kilómetros de la ciudad de Puebla, en Acatzingo, el 18 de marzo de 1907 se funda la Escuela gratuita de Nuestra Señora de Guadalupe. En el mismo año, el 28 de diciembre en la ciudad de Morelia el Hermano Vertier y nueve Hermanos toman la dirección del Instituto Científico del Sagrado Corazón. En Querétaro, a solicitud de Monseñor Camacho llega el Hermano Schackman junto con otros tres Hermanos para dirigir el Liceo Católico.
En Saltillo, Coahuila, un 2 de febrero de 1907 se funda la Escuela de San Juan Bautista De La Salle conocida como la escuela del Hermano Nilo, por ser su director el Hermano Nyel de Jesús.
Un mes después, el 2 de marzo también en Saltillo, se funda el Asilo de la Inmaculada Concepción.
Los Hermanos llegan en 1908 a Zacatecas formando el Instituto Científico de San José; en Monterrey un 1º de septiembre de 1908 los Hermanos fundan el Instituto del Sagrado Corazón.
A insistencia de Monseñor Antonio Paredes, arzobispo de Monterrey se logra que el 1º de julio de 1910, una escuela de la calle Colonia en la capital quede a disposición de los Hermanos, abriendo el 4 de julio con el nombre de Colegio de San Juan Bautista De La Salle gratuito para niños.
Don Felipe Martell y su familia apoyan a los Hermanos logrando abrir en 1910, en el casco de la Hacienda del Zacate, conocido como el Zacatito, en Mixcoac, el Colegio del Sagrado Corazón que más tarde cambia a Colegio Simón Bolívar. En Toluca se abre otra escuela el 1º de marzo de 1910.
Poco a poco la entrega, servicio y apostolado de los Hermanos franceses fue dando frutos: en la educación del país y en las vocaciones de los primeros Hermanos mexicanos, así religiosos franceses y mexicanos continúan su camino, afrontando circunstancias adversas debido a los conflictos que vivía el país.
Hoy, a 120 años, el Hermano Pedro Álvarez Arenas nos invita a recordar y reflexionar:
“Hola, soy la flor llamada diente de león. Muchos me llaman mala hierba, pero en realidad soy un gran aliado. Estoy aquí para ayudarte y también a nuestro planeta. ¿Por qué aparezco en tu jardín? Porque el viento me trajo. y el suelo me necesita.
Yo sé exactamente cómo ayudar. El suelo está muy compacto, mis raíces lo aflojan. Falta calcio. Al descomponerme, lo aporto. ¿Demasiado ácido? Lo equilibrio poco a poco. A veces, es todo esto junto.
Déjame estar. Estoy trabajando. Cuando el suelo mejore, me iré sola. Lo prometo. Intentas arrancarme, volveré más fuerte. Eso solo significa que el suelo todavía me necesita. ¿Quieres saber si ya terminé mi trabajo? Mira mis hojas. Si están planas, aún estoy ocupada. Si se levantan, ya casi termino.
Soy un regalo para la naturaleza y para ti. Soy de las primeras flores en primavera y anuncio la llegada del calor. Abro mis flores con el sol y las cierro hacía el frío. Soy el primer alimento para las abejas y otros insectos. Les doy polen y néctar cuando más lo necesitan. Soy un tesoro para ti también. Mis flores son comestibles y dulces. Antes me llamaban la miel de los pobres. Hay montones de recetas conmigo, descúbrelas.
Déjame vivir un poco más y córtame solo a finales de mayo y deja algunos dientes de león. La biodiversidad y las abejas te lo agradecerán. ¡Ah! No olvides pedir un deseo. Cuando mis flores se vuelvan pelusas blancas, sopla fuerte y pide un deseo. Mírame como me expando y me multiplico a donde llego. Sopla y pide un deseo y tal vez lo haga realidad.
Esta flor del diente de león fue la que los lasallistas adoptamos como símbolo en el centenario de la llegada de los hermanos a México el año 2005. Algunos la recordarán. Es una flor estilizada compuesta por 50 pares de chevrones, huesos rotos unidos en su extremo que aparecen en el escudo de armas de la familia de La Salle sobre fondo azul.

Nos recuerdan la historia de Juan Salle, a quien le quebraron las piernas con una roca en una emboscada mientras protegía al rey Alfonso X el Casto en tiempo de las Cruzadas. Y de donde surgió nuestro lema permanezcamos unidos.
Estos cincuenta pares, expresión de los cien años, forman al centro una estrella de cinco picos, que es el Signum Fidei, signo de la fe que nos une y nos da raíces y a la vez nos envía. Es nuestro ADN lasallista. Todos están unidos y en un extremo, algunos chevrones, como esporas del diente de león, parecen salir para trascender y multiplicar, como fermento y levadura, el lasallismo a donde quiera que vaya. Es el signo del servicio. O bien, pudiera parecer que llegan para formar comunidad con quienes ya permanecemos unidos. Fe, fraternidad, servicio. Comunidad que trasciende. En camino a los 120 años de la llegada de los lasallistas a Cuba y a México.
Por: Christián Vizuet
Coordinación de Formación Docente


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